La organización del Bråvalla, uno de los festivales más populares de Suecia, había cancelado su próxima edición tras conocer que la policía registró cuatro denuncias por violación y 23 por agresiones sexuales en la presente edición que concluyó el pasado fin de semana. Sin embargo, en lo que pretende ser un golpe de efecto y una medida ejemplarizante, ha decidido mantener el cartel y celebrarlo también en 2018, aunque con una particularidad: esta vez, vetará la entrada a los hombres.
La encargada del comunicado ha sido la locutora Emma Knyckare, que anunciaba en sus redes sociales que “el primer festival de rock sin hombres de Suecia verá la luz el próximo verano” y que será así “hasta que todos los hombres aprendan a comportarse“. Una medida tildada de radical por algunos y de necesaria por otros, y que hace aflorar una pregunta de difícil contestación: ¿es este el camino para visibilizar y atajar el problema de los abusos en las grandes aglomeraciones?
Reuniones masivas suelen ser sinónimo de problemas. Basta pensar en casos como la violación grupal perpetrada por un grupo de sevillanos en las fiestas de San Fermín de 2016, o en el asesinato de la joven enfermera Nagore Laffage en 2008, también en las fiestas de Pamplona, tras negarse a mantener relaciones sexuales con el que terminó siendo su verdugo. Pero medidas como la adoptada por los gestores del Bråvalla suelen ser también tachadas de discriminatorias. Tanto, que llegan a ser el motivo de la cancelación de otros encuentros de jóvenes, como sucedió el pasado mes de junio cuando las presiones obligaron a suspender un encuentro femenino de ‘gamers’, Gaming Ladies.
Concienciación, educación y medidas de castigo implementadas con rapidez y contundencia. Según los expertos, parece ser el único camino para acabar con la lacra de las agresiones sexistas que no se producen únicamente en las grandes concentraciones, sino que acechan en el autobús, en el metro y en la oficina. Pero, al menos para los primeros casos, parece que la decisión del Bråvalla puede abrir otro camino. Uno que, aunque tal vez se revele como no adecuado con el tiempo, al menos servirá para ahondar en la voluntad de superar las actitudes alejadas del ideal de convivencia.