La estadounidense Karen Uhlenbeck
se lleva el Premio Abel por sus revolucionarias investigaciones en la
intersección con el mundo de la física.
Hace medio siglo, la
estadounidense Karen Uhlenbeck, por entonces una joven y prometedora
matemática, se puso a buscar un empleo, tras dos breves trabajos temporales
como profesora en el Instituto de Tecnología de Massachusetts y en la
Universidad de Berkeley. “Me dijeron que nadie contrataba a mujeres, porque las
mujeres debían estar en casa y tener bebés”, recordó en un libro en 1997. Hoy,
la Academia de Ciencias y Letras de Noruega ha decidido conceder a Uhlenbeck el
Premio Abel 2019, dotado con unos 600.000 euros y considerado el Nobel de las
matemáticas.
“Soy matemática. Los matemáticos
hacemos investigaciones exóticas, así que es difícil describir exactamente lo
que hago en términos sencillos”, reconocía en el mismo libro de 1997 la
científica, profesora emérita de la Universidad de Texas en Austin. Uhlenbeck,
nacida en Cleveland hace 76 años, ha trabajado con ecuaciones en derivadas
parciales, desarrolladas originalmente por la necesidad de describir fenómenos
como el electromagnetismo, pero que ahora se utilizan en multitud de contextos,
como el estudio de las formas del espacio en varias dimensiones.
El matemático Daniel Peralta
subraya que el trabajo de Karen Uhlenbeck ha sido esencial para entender las
superficies mínimas, como las formadas por las pompas de jabón, cuando se
consideran muchas dimensiones del espacio. “A partir de cuatro dimensiones, las
técnicas clásicas fallan y surgen singularidades”, detalla Peralta, del
Instituto de Ciencias Matemáticas (ICMAT), en Madrid. “Las técnicas
desarrolladas por Uhlenbeck están en la caja de herramientas de cualquier
geómetra. Es una ganadora fabulosa”, celebra Alberto Enciso, también del ICMAT.

Fuente: El País, 19 de marzo de
2019.